
La pascua del Señor es para nosotros los cristianos la principal fiesta del año, nuestro fundamento como cristianos tiene como base la resurrección de nuestro señor Jesucristo. Esta fiesta para nosotras fue vivida de manera muy especial en nuestra comunidad misionera, ya que por primera vez compartiríamos este acontecimiento con nuestros hermanos de Rondos, pueblo ubicado en la sierra central andina en el departamento de Huánuco.

El cantor es un hombre mayor del pueblo, que tiene el cancionero de sus antepasados y es el encargado de dirigir las oraciones y canciones. Comienza el cantor a dirigir los misterios sacando su libro, y haciendo algunos cantos muy bonitos y de significado muy profundo. Escuchando lo que decía el cantor , nos dimos cuenta que todos se cantaban en latín por el tono en el que lo hacen, y al parecer son de los misioneros dominicos, nos imaginamos que ellos estuvieron por estos lugares y fueron los que compartieron con ellos esta costumbre.
Los viernes sacan la imagen de Cristo y los sábados llevan la imagen de la Virgen Dolorosa, estas son nombradas por personas que son convocadas por las autoridades para cargar y acompañar en la procesión, de esta manera se invita a toda la comunidad a participar de una forma activa.

En la preparación para esta celebración nos hemos dado cuenta que ellos realizan su costumbre, como una tradición que les enseñaron sus antepasados. Es por eso que para ellos es tan sagrado, les da identidad y sentido de pertenencia a la comunidad. Aunque ellos lo realizan con devoción, desconocen el significado de cada acto y símbolo en relación a la secuencia de acontecimientos que celebramos. Por esta razón, nos propusimos conocer más sus costumbres y rescatar de ellos los valores y signos cristianos, y partiendo de esta realidad inculturizar el evangelio. Compartimos y vivimos con toda las personas una explicación del significado cristiano de estos ritos. Además se acordó con ellos realizar las celebraciones litúrgicas de la semana santa junto con “el costumbre.”
Para la Semana Santa congregan a todos los centros poblados en la iglesia para participar durante toda la semana en los actos religiosos de su costumbre. Como para el domingo de Ramos, que eligieron con un año de anticipación quienes traerían los ramos para entregar a toda la población que participa en la procesión.
En la procesión sacaron una imagen de Jesús a la cuál montaron en un burro, lo hacían pasar sobre alfombras de flores y acompañando con estos cantos a ritmo de huaynito: “Los niños hebreos extendían ramos por el camino y alababan, Hosanna al hijo de David, bendito el que viene el nombre del Señor” y “Jesús viene por las calles toda llaga y dolores y con los brazos abiertos en busca de pecadores”.

Una de sus costumbres más bonitas es el día miércoles con el encuentro de Tayta Wanshi, donde la Virgen María se encuentra con su hijo Jesucristo antes de vivir su pasión. Sacan el anda con la imagen de Jesucristo y de la Virgen dolorosa los nombrados por las autoridades y acompañan con cantos, en donde cada grupo lleva sus cantos antes de que se encuentren. Uno de ellos dice: “María, María, María Divina, tú eres mi Señora, Tú eres mi alegría”. Esto es lo que significa, es el encuentro de ellos como pueblo de Dios con Jesús y la despedida de su Madre con su hijo Jesucristo.
Para el día jueves se celebro por primera vez aquí en Rondos la Cena del Señor y lavatorio de pies en donde participaron gente del pueblo, la verdad es que no contamos con 12 apóstoles sino con 14 ya que quisieron seguir al final dos más a Jesús y acompañarlo en su ultima cena. Todo fue escenificado por ellos y compartido con el pueblo, como una manera de comprender el evangelio y de conocer la persona de Jesús de una manera más cercana. Todos compartimos el pan y algunas personas lavaron los pies como signo de solidaridad y servicio a nuestros hermanos. Y ya por la noche hubo la procesión de su costumbre más importante, llamada “procesión grande”, esta dura toda la noche. Es el acompañamiento que hacen con Jesús y la Virgen María, a vísperas de su muerte. Ellos velan y oran con sus cantos como cuando Jesús se preparaba en el huerto de los olivos para vivir su pasión.
Con varias semanas de anticipación preparamos el viacrucis viviente para el viernes santo donde 40 personas de todas las edades representaron la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, con mucho entusiasmo y miedo. Se prepararon asistiendo a la catequesis de los ensayos, estos preparativos fueron una oportunidad para fortalecer los lazos de fraternidad, de acercamiento a la persona de Jesús, a la comunidad cristiana, de conocer a los personajes que intervinieron en la pasión e identificarse con las actitudes de cada uno de ellos, para reconocer aquellas actitudes que causaron la muerte de Jesús y que permanecen en nosotros.

Cabe señalar que el viacrucis nunca se había realizado en este pueblo, y las personas son muy tímidas y reservadas por lo cual les cuesta trabajo participar.
Para acompañar a Jesús en su camino a la cruz, se realizaron las estaciones a lo largo de todo el pueblo hasta llegar a una de las partes más altas, pero fuera de la población.
El entorno natural de las montañas de la sierra andina nos hacía sentir que estábamos en un verdadero Gólgota, además el número de personas que participaron de distintos poblados para vivenciar el viacrucis con Jesús y de las mujeres que emocionadas lloraron, de manera especial cuando Jesús se encontró con su madre.

Como anécdota, el tiempo nos ayudo con un día hermoso de sol que no es lo propio de este mes, ya que estamos en temporal de lluvias, y sin embargo en el momento de la crucifixión el cielo se nublo como nos relatan los evangelios y nos acompaño el ruido de truenos.

Finalizamos estos días santos con el domingo de resurrección, en donde la vigilia Pascual la celebramos como en familia, el fogón pascual se coloco en la plaza del pueblo y fue el punto de reunión de chicos y grandes, todos estaban muy emocionados porque nunca lo habían celebrado de esta manera, ellos no conocían este acto litúrgico. Y lo hicimos cantando en ritmo de huayno, cada uno tocaba el instrumento musical que tuvo a mano, fue una autentica fiesta de alegría y fraternidad, que atrajo a quienes pasaban por la plaza o vivían cerca. Esa noche repicaron las campanas por la resurrección del Señor, en donde el campanero tenía nuestras instrucciones de tocar hasta que se cansara, y por lo visto lo tomo muy en serio porque no se canso nunca. La costumbre aquí en Rondos para este día, es no tocar las campanas hasta el domingo al medio día. Las campanas suelen escucharse de esta manera solo cuando se les comunica a los pobladores una emergencia por asalto u otra circunstancia. Aunque habíamos avisado que tocaríamos las campanas para este día, mas de alguno se asusto y llegaron a la plaza con armas, todo se aclaro y solo sirvió para que se unieran en comunidad a esta celebración. Una señora de una iglesia evangélica se acerco ya que el repicar de las campanas la habían despertado con gran sobresalto al ver la alegría y ambiente de fiesta se quedo cantando con toda la comunidad y decía que valía la pena haberse despertado.
Para cerrar con broche de oro esta gran fiesta, el domingo terminamos con una rica pachamanca que almorzamos en confraternidad con toda la comunidad y autoridades concluimos con la celebración de la misa de resurrección.
Por la noche ya con tranquilidad, nosotras recordamos todas las experiencias vividas durante estos días, nos reímos, evaluamos y vimos que con esta experiencia se abre una oportunidad para continuar compartiendo la resurrección de nuestro Señor, en el sentido de profundizar el significado cristiano de sus costumbres y consolidar la comunidad cristiana de esta misión, en donde cada día Dios actúa y se hace presente.
Inmaculada Monzón Lara y Rocío Quintero Hernández.
LMC
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